sábado, 26 de enero de 2013

Sueños

Últimamente las lágrimas llegan sin razón ni hora. Siento que no tengo un refugio que no sea mi almohada, no solo por la paciencia sino porque me lleva a otro lugar mejor. 
Cuando sueño siento que vivo y vivo queriendo soñar. Sueño despierta y sueño dormida. Mis sueños son tan reales que no quiero despertarme. 

Tal vez la vida sea un sueño y algún día me tenga que despertar, pero de momento disfrutaré de este sueño tan raro que es la vida misma. 
Pero es curioso, disfruto más cuando estoy dormida porque en ese lugar de mi inconsciente las cosas pasan porque sí, allí soy el centro y todo es de mi gusto.

Me gusta soñar porque así me siento viva, incluso en las más atroces pesadillas. No me gustan las noches en las que no sueño porque entonces me siento muerta. No quiero morir porque me aterra no ver, no oler, no tocar, no sentir nada. Quiero vivir después de muerta, dice Ana Frank, pero quiero sentir también, aunque eso no lo sabré hasta que me toque.

Pero hay una forma de experimentar esa sensación estando viva: leyendo, escribiendo.
Cada historia es un mundo nuevo, es una vida diferente. Leer es vivir dos veces, dice el dicho.

Así llenaré el vacío de la cotidianidad, así viviré las veces que quiera hasta que me toque despertar del todo.