viernes, 16 de mayo de 2014

Nueva vida

No necesitaba ni maleta, total iba a comprarme cosas mejores cuando tuviese trabajo, además si quería deshacerme completamente del pasado lo primero era dejar las cosas materiales atrás, ¿no? Pero por mucho que me esforzaba no podía evitar esos arrebatos de coger una foto, un recuerdo o cualquier cosa que sin duda me recordaría siempre esa casa. Tenía que aguantarme, pero… Antes de coger las llaves sucumbí a mis impulsos y fui al salón, necesitaba llevarme algo, cualquier chorrada.
En la estantería solo había libros que nadie se había leído nunca y algunas figuritas de souvenir de las vacaciones. No necesitaba ninguna, eran todas feas y baratas, podría comprármelas iguales en el chino. En la mesita de cristal delante del sofá solo había dibujos “abstractos”, que puede que hasta fuesen mis dibujos con temperas del colegio, y algún jarrón pequeño sin ninguna utilidad. Los cojines del sofá estabas hechos un asco de tanto usarlos y el tapiz azul estaba roto y desgastado como si hubiese venido un gato rabioso a hacerse las uñas ahí. En suelo la alfombra, que debería ser marrón y granate, era gris de la acumulación de polvo. Nadie limpiaba nunca la alfombra.
Daba todo tanta pena que me sentía patética al haber estado viviendo ahí desde que nací. Quería irme, pero aún así necesitaba llevarme algo, no podía borrar el historial y empezar de cero tan de golpe, necesitaba algo en lo que apoyarme aunque luego fuese a desecharlo. Miré a la esquina del salón, a la mesa grande con sillas mal colocadas. Había un mantelito de esos de lana que parecen una tela de araña o un copo de nieve según como se mire. Lo cogí sin más dramas y me lo metí en el bolso. Al fin abrí la puerta y cerré con decisión, al fin me iba. Bajé por las escaleras para no correr el riesgo de quedarme encerrada en el ascensor, no sería la primera vez y no quería desperdiciar ni un minuto más. Salí a la calle y me metí en el coche.



En una recta saqué el mantelito del bolso, abrí la ventanilla y lo tiré. No necesitaba más el pasado, mi destino estaba a menos de una hora y en la radio ponían mi canción favorita.